Me encanta pintar al pastel. Es un medio tan práctico para el artista... Coges la barra pastel, y pintas. La coges, y pintas. Así de sencillo. Nada de largas horas mirando el reloj, esperando a que la pintura se seque, para poder seguir trabajando... Nada de tener que pasarse la mitad del tiempo mezclando colores, para luego no obtener los resultados deseados... Nada de tener que lidiar con pinceles de pelos tiesos y puntas abiertas, a los que hay que andar limpiando momento sí, momento también... Nada de todo eso. El pastel es dicho y hecho. El pastel es... ¿lo quiero hacer? Lo hago, y punto. El artista y su obra. No hay nada más. Nada que se interponga.
A propósito, también es una técnica muy dificil de dominar. Pero tras pasarlas canutas en los inicios, creo que por fin le estoy cogiendo el truquillo. Ahora es cuando realmente empiezo a disfrutar.
Este es el retrato familiar que me encargó un amigo, recién salido del horno (el retrato, no mi amigo xD). Espero que os guste :-) Click encima para ampliarlo.
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